16 de octubre de 2024
La increíble historia de la mujer que vive conectada a una máquina mientras espera un nuevo corazón

Sofía Hart atraviesa un día a la vez, con el humor como aliado frente a su condición médica. “El cable es bastante largo, y ya he aprendido a vivir en espacios donde puedo moverme con él”, bromea
La vida de Sofía no siempre estuvo marcada por esta conexión a las máquinas. Creció en Martha’s Vineyard, un lugar lleno de aire fresco y caballos, en una isla de Massachusetts, rodeada de su familia y su hermana gemela, Olivia. Trabajaba en una granja de caballos cuando, un día, su cuerpo comenzó a enviarle señales que no podía ignorar. Empezó a sentirse muy adolorida y fatigada. No era un cansancio común. Era como si su cuerpo estuviera drenado de energía, pero su mente permaneciera despierta. Ella siempre había sido muy activa, trabajando largas jornadas al aire libre. Pero ahora, su cuerpo la traicionaba.
Fue una revelación amarga. Sofía y Olivia compartían algo más que la sangre. Una mutación genética que nunca antes había sido detectada en la familia: la variante TNN, una condición que las predisponía a desarrollar miocardiopatía dilatada irreversible, una enfermedad delLo irónico de la situación es que Olivia ya había pasado por este calvario siete años antes. En su caso, había sufrido insuficiencia cardíaca a los 22 años y tuvo que ser conectada al mismo dispositivo LVAD que ahora mantenía a Sofía con vida. Pero en aquel entonces, los médicos no habían considerado la genética como una posible causa. Ahora, las piezas del rompecabezas finalmente encajaban.
El LVAD, sin embargo, es solo un puente. Para muchos, es una solución temporal mientras esperan un trasplante de corazón. En el caso de Sofía, también lo es. Pero en lugar de apresurarse hacia el trasplante, Sofía decidió tomarse su tiempo, aprender a vivir con Janis, a dominar la vida con un corazón asistido.
Vivir con un LVAD no es fácil. A menudo bromea en sus videos de TikTok diciendo que “no tiene pulso” y que funciona con baterías. Pero no deja de ser una realidad dura. Cada vez que sale de casa, tiene que llevar consigo un par de baterías de repuesto, porque si la conexión se interrumpe, la vida de Sofía corre peligro. “Es como una revisión constante”, dice entre risas, “teléfono, llaves, billetera, baterías, equipo de repuesto, controlador extra”.Esa experiencia, lejos de asustarla, la ha fortalecido. En un tono sereno, Sofía dice que el LVAD le ha dado algo que nunca imaginó: seguridad. “Tenía miedo de morir en cualquier momento porque mi corazón solo funcionaba al 15%. El LVAD me trajo paz desde el principio”.
COMPARTIR:
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!