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13 de junio de 2025

Cómo armar la picada perfecta para el Día del Padre

Organizar una picada especial requiere anticipación, selección de ingredientes variados y una presentación cuidada para sorprender a papá y a los invitados con una experiencia gastronómica personalizada y memorable en su día

>El primer paso para sorprender a papá en su día es planificar la picada con anticipación para lograr un regalo sabroso y bien presentado. Antes de realizar la compra, es esencial definir cuántas personas participarán, ya que esto determina la cantidad necesaria de cada ingrediente y ayuda a ajustar el presupuesto. Es aconsejable calcular entre 150 a 200 gramos de fiambres y quesos en total por persona para una picada abundante. Ajustar este cálculo según si formará parte de un almuerzo o será simplemente un aperitivo.

La organización del tiempo resulta clave para evitar contratiempos el domingo. Se recomienda hacer las compras entre viernes y sábado, prestando atención a la frescura de los productos, en especial con los fiambres y quesos. Algunos acompañamientos y el pan pueden adquirirse el mismo domingo para garantizar su sabor y textura. Un detalle más: verificar si se cuentan con utensilios y una bandeja o tabla apropiada para la presentación.

La elección de los fiambres y quesos es el corazón de cualquier picada que se precie. En el caso de un regalo para el Día del Padre, apostar por variedad y calidad asegura un resultado memorable. En el segmento de fiambres, conviene incluir jamón cocido y jamón crudo, fundamentales por su textura y sabor. A ellos se suman el salame —tan apreciado en la tradición argentina—, bondiola y mortadela, que aportan notas distintas y agradan a la mayoría de los paladares. Las variantes regionales, como longaniza de Tandil, lomito cordobés o chorizo seco, pueden dar un toque distintivo si se busca sorprender con sabores locales.

Respecto a los quesos, se recomienda una selección que contemple opciones frescas, como el queso de campo, y semiduras, como el gouda o el fontina, que resultan versátiles y equilibrados. Los quesos duros, como reggianito o sardo, y los saborizados, tipo queso azul o provolone especiado, añaden cuerpo a la tabla y satisfacen a quienes prefieren gustos intensos. Combinar distintos tipos en pequeñas cantidades es preferible a grandes bloques de un solo sabor, ya que facilita la degustación y anima a probar nuevas combinaciones. Considerar los maridajes, tanto con bebidas como con pan y acompañamientos, eleva la experiencia y demuestra dedicación en el armado.

Una buena presentación transforma cualquier picada en un regalo memorable. Escoger una tabla de madera amplia, una bandeja grande o incluso una fuente vistosa permite lucir los colores y texturas de los distintos ingredientes. Las piezas de los fiambres suelen cortarse en lonchas finas o en pequeños rollos, facilitando su manipulación; los quesos se pueden componer en cubos, triángulos u otras formas geométricas, siempre procurando que las porciones sean de un solo bocado. La clave está en distribuir los ingredientes ordenadamente, evitando superponerlos en exceso y respetando contrastes visuales que inviten a probar cada uno.

La organización visual debe equilibrar colores y texturas en toda la superficie de la tabla. Colocar los fiambres enrollados o doblados y alternar con porciones de quesos de diferentes tonos, genera dinamismo y variedad. Entre los grupos principales puede intercalarse algún cuenco para aceitunas o salsas, o pequeños montones de frutos secos. Los acompañamientos, como pan o grisines, pueden disponerse en los bordes de la bandeja o en recipientes alternos, evitando que absorban humedad y manteniendo su frescura y crocancia.

Un punto importante es cuidar las porciones para no sobrecargar la tabla, aunque tampoco debe lucir escasa. Lo ideal es que haya suficiente cantidad para cubrir el centro y unos pocos montones adicionales hacia el exterior. Las pequeñas ramitas de perejil, rodajas de tomate cherry o hilos de aceite de oliva pueden dar el toque final, mejorando el atractivo y demostrando esmero en la preparación. Este detalle final acompaña la intención de regalar una experiencia, no solo un plato.

Para hacer que la picada trascienda el aspecto gastronómico y se convierta en un regalo personalizado, incorporar detalles temáticos marca la diferencia. Una tarjeta escrita a mano con un mensaje afectuoso le da ese valor sentimental que distingue el obsequio. Es posible elegir frases relacionadas con el Día del Padre o algún recuerdo compartido, y colocar la dedicatoria junto a la tabla o adherida al envoltorio.

Como extra, se pueden agregar bebidas acordes para acompañar, como una botella de vino, cerveza artesanal o incluso una gaseosa preferida de papá, completando el agasajo. Otro detalle que suele sumarse con éxito es incluir servilletas temáticas, pequeños utensilios para servir o una guía breve sobre el origen de cada fiambre o queso. Así, el regalo se transforma en una experiencia para compartir, donde cada elemento suma valor y sentido.

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