7 de septiembre de 2025
Cafetines de Buenos Aires: la confitería de Caballito por donde pasaron Macri, Santucho y los músicos que dieron vida a Sui Generis

El salón de té, bar y rotisería El Greco, con ese nombre, funciona en Rivadavia 5353 desde 1952. En sus siete décadas de historia fue sede de acontecimientos tan disímiles como el 2° Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el anuncio de la candidatura a la presidencia de Boca del fundador del PRO. Sin embargo, quizás el encuentro más destacable que vieron sus muros fue el de alumnos del Instituto Dámaso Centeno que integraban distintas bandas, entre ellos Charly García, y culminó en la formación de una nueva que iba a marcar a las próximas generaciones
En 1927 el Campidoglio recibió importantes modificaciones. La demanda social era otra. Sin embargo, jamás perdió su perfil de café con un fondo donde había billares, se jugaba póquer y todo tipo de escolaso. El negocio cambió varias veces de dueño hasta cerrar sus puertas en 1949. Pocos años más tarde, en el mismo lugar se construyó el edificio que contiene a la Confitería el Greco, sus tres salones para fiestas y las viviendas de los pisos altos.
El libro Todo Sui Generis, escrito por Freddy Berro y Lucas Fernández, recoge testimonios de un encuentro entre alumnos del Dámaso Centeno que integraban los grupos To Walk Spanish y The Century Indignation. A la reunión asisten Beto Rodríguez, Alejandro Correa y Charly García de TWS y Carlos Piegari de TCI. El motivo de juntada era invitar a Piegari a abandonar su grupo para pasar a formar parte del otro. Pero el muchacho se puso firme y dijo que el pase solo se haría efectivo si incluía a otro integrante de su banda, su íntimo amigo y vocalista del grupo: Nito Mestre. Así lo declara Alejandro Correa: “Un recuerdo que tengo, es una escena donde The Century Indignation tocan en una fiesta y después To Walk Spanish, era una casa o un salón, creo que ahí nace la idea de que si lográbamos conseguir que Carlos viniese a tocar con nosotros sería un golazo (...). Nos juntamos en una confitería cercana al colegio que se llamaba El Greco para proponerle la idea, los TWS no podíamos entender por qué este pibe se había puesto tan intransigente. Si no venía con él su amigo Nito no dejaba su grupo”. Ambas bandas concluyeron en una fusión que dio origen a Sui Generis. Y la Confitería El Greco fue sede del acuerdo. Bendita tu eres.Ese Greco de la anécdota entre Charly García y los demás músicos mencionados se mantuvo hasta los años ‘70 cuando se fundió y cerró. La propiedad la compraron otros gastronómicos y comenzaron las reformas. Pero la cabeza del grupo de accionistas falleció y sobrevino otra interrupción. Finalmente, en 1984, otro grupo de Fernández varios, Garcías, más otros socios, tomaron el control de la confitería. Hoy El Greco es una confitería elegante con un gran salón que tiene una isla en el centro donde se exhiben todo tipo de productos de pastelería. Pero también funciona como rotisería. Es posible ir a tomar café y a la salida llevarse un pollo con papas, matambre relleno o cerdo adobado. El salón tiene sus paredes revestidas en madera hasta la mitad y luego están espejadas hasta el techo. Las sillas están acolchadas y tapizadas de un rojo oscuro. Al tener todo su frente a Rivadavia vidriado el espacio es luminoso. Abre de lunes a lunes a las 7. El dato a fijar en la memoria: hacen pan dulce todo el año.Durante mi visita charlé con Roberto Fernández, uno de sus dueños. Le pregunté por algún personaje o historia que haya presenciado. La conformación de Sui Generis fue anterior a su gestión. Entonces llamó a Marcelo Rey, uno de los mozos de la confitería con una larga trayectoria en el rubro. Lleva 26 años de servicio en El Greco y antes trabajó en La Junta de 1810 y en Quinto Centenario de Avenida de Mayo. De pronto, observé que todos los camareros eran veteranos. En otras palabras, el servicio en la Confitería El Greco está garantizado. Roberto confiesa sufrir una discapacidad visual que no había alcanzado a percibir. De ahí su convocatoria a Marcelo, el mozo. “Hay muchos famosos que entran y yo no los veo”, aclara. Marcelo comenzó a enumerar un listado variopinto de personalidades de la política, el deporte y las artes. No quiero agotarlos con todos los nombres, el recorte es mío. Aquí van: Alberto Migré, Ricardo Bochini, Yiya Murano, Norberto Oyarbide, Elisa Carrió, Horacio Rodríguez Larreta, Hernán Lombardi, Ricardo Gareca, Abel Pintos, Raúl Lavié, el Paz Martínez, Hernán Piquín y son muchos más.Sí voy a contar dos eventos políticos ocurridos en El Greco por ser tan dispares. El primero sucedió en 1966, lo organizó Mario Roberto Santucho. Fue el 2° Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Para el otro hubo de pasar tres décadas. Lo protagonizó Mauricio Macri al presentar su candidatura a la presidencia de Boca Juniors. Roberto recuerda que Franco Macri escuchaba a su hijo sentado al fondo del salón y cuando concluyó el acto se le acercó para fundirse en un abrazo.Como ya dije, la confitería lleva más de 70 años como tal y si le agregamos los años del Campidoglio son más de 120 de trabajo siempre en el mismo lugar. Es decir, los vínculos tejidos con otras instituciones del barrio son inevitables. Con el Club Ferro, por caso, son auspiciantes en la cancha y realizan el catering durante los partidos. El Rotary Club de Caballito se reúne semanalmente en el salón. También lo hacen los alumnos de la Escuela para Jóvenes y Adultos con Discapacidad Visual y Formación Integral N° 34 General San Martín que funciona a la vuelta, sobre Colpayo 132.El 5 de septiembre de 1975, cuando fue el “Adiós Sui Generis”, yo tenía 14 años y vivía en Banfield. No tenía edad para viajar solo, de noche, hasta el Luna Park, a presenciar la despedida de la banda. Pero tenía dos hermanos mayores, tan fanáticos de Sui como yo, y mis padres me dejaron acompañarlos a la primera de las dos funciones. Los viajes de Banfield a la Capital incluían tren y subte. Y teníamos la costumbre, cuando salíamos al cine, de tomar el subte en la estación Lavalle con destino a Constitución. Pero antes, la parada obligada de abastecimiento era la pizzería Iguazú. Esa noche salimos del Luna, subimos por Corrientes hasta Esmeralda y cumplimos con la tradición. Es decir, Roberto y yo, con 12 y 14 años encima, nos cruzamos en la pizzería. Cincuenta años después, motivado por la celebración de esa fecha, volvimos a hacerlo.
Salgo de la confitería. Evoco melodías mientras me dirijo hacia el Instituto Dámaso Centeno para agradecer por haber contenido tanto talento. Camino por Rivadavia, “la calle mayor”, y se me viene a la cabeza la melodía de Natalio Ruiz, la canción del primer LP de Sui Generis. La letra pertenece a Carlos Piegari, el mismo a quien convencieron de cambiar de banda en El Greco. Si hoy viviera Carlos Gardel, Piegari podría haberle alcanzado unos versos que rezaran “que 50 años no es nada”. Y me largo a cantar: Y cuando pasó el tiempo alguien se preguntó, a dónde fue a parar Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris.
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