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22 de diciembre de 2024

Fallo sin precedentes: le quitaron los derechos parentales a un hombre que abandonó a su hija y la bloqueó de sus redes

El fuero de Familia de Cipolletti acreditó el desinterés absoluto del progenitor sobre la menor, al entender que dejó de ejercer sus deberes como padre voluntariamente

>“Se desentendió desde el principio”, relató su madre ante la jueza, con una mezcla de resignación y firmeza que revelaba años de lucha en silencio. Según lo asentado en la causa llevada a cabo por el fuero de Familia de Cipolletti, Río Negro, el hombre no solo había ignorado sus responsabilidades parentales básicas, sino que había bloqueado a su hija en todas las formas posibles: redes sociales, llamadas telefónicas, mensajes. Era como si hubiera decidido borrar todo rastro de su existencia.

Mientras su exmarido desaparecía en la bruma del desinterés, la madre se convirtió en el pilar que sostenía la vida de su hija. Desde las primeras palabras hasta las tablas de multiplicar, fue ella quien enseñó todo, quien llenó los espacios vacíos.

La madre recordó las lágrimas de su hija al perder una oportunidad única de asistir a un campamento internacional: “No entendía por qué su papá no firmaba, por qué siempre era no”.

Durante el proceso judicial, la jueza escuchó los testimonios que resumían años de abandono. El artículo 700, inciso b, del Código Civil y Comercial de la Nación fue el arma legal que la madre utilizó para buscar justicia. Allí se establece que un progenitor puede ser privado de su responsabilidad cuando abandona voluntariamente sus deberes.

En su fallo, le otorgó a la madre el cuidado exclusivo y la autorización para viajar al exterior con la menor hasta su mayoría de edad. Fue un momento decisivo, aunque teñido de una tristeza irremediable.

La resolución fue más que un alivio legal; representó un reconocimiento a los derechos de la niña. Ahora, la madre tenía la libertad de buscar un futuro mejor para su hija, sin el peso de un permiso siempre negado.

Mientras la vida sigue, los rostros de madre e hija se iluminan con una sonrisa que, aunque cargada de cicatrices, refleja la esperanza de un camino nuevo. Justicia, pensó la madre cuando salió del tribunal, apretando la mano de su hija.

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