20 de julio de 2025
El caso de la novia que mató a su mejor amiga de un mazazo por creer que había viralizado el video íntimo que arruinó su boda

Se cumplieron 15 años del asesinato que sacudió a General Las Heras. Silvia Luna completó una condena de cuatro años de prisión por matar a mazazos a Carola Bruzzone, a quien responsabilizó de difundir la filmación. Una historia donde el sexo, el escándalo y la traición se mezclaron con el morbo de todo un pueblo
La historia, atravesada por la traición, los rumores y la violencia, truncó una boda, terminó con una vida y llevó a otra tras las rejas. En un pueblo donde “todos se conocen”, ese vínculo roto entre dos amigas se convirtió en “un infierno grande”.
Silvia Luna iba a casarse. El 24 de abril de 2010 estaba marcado como el inicio de una nueva vida en General Las Heras con su pareja, Juan. El vestido blanco ya estaba elegido, las invitaciones entregadas y el salón listo para recibir a decenas de familiares y amigos. Pero en los días previos, algo comenzó a torcer ese rumbo: un video íntimo protagonizado por Silvia empezó a circular por los teléfonos del pueblo. La imagen era nítida. La mostraba practicándole sexo oral a un hombre en un hotel de alojamiento. No había dudas de su identidad. Y aunque había sido filmada más de un año antes, su aparición en ese momento lo contaminó todo.El pueblo de General Las Heras, con poco más de 11.000 habitantes, se convirtió en una caja de resonancia. En los bares, en las verdulerías, en la plaza central, el video era tema excluyente. Y junto a las imágenes, los rumores. Algunos decían que Carola Bruzzone, la mejor amiga de Silvia, planeaba vestirse de negro, emborracharse y proyectar el video en pantalla gigante durante la fiesta. Para Silvia, esa amenaza —jamás comprobada en sede judicial— se volvió una certeza y enfureció.
Carola no era cualquier persona. Habían nacido el mismo día, un 7 de noviembre, se conocían desde hacía años, y compartían largas charlas en los descansos del restaurante Matute, donde trabajaban: Silvia como moza, Carola como ayudante de cocina.Tiempo después comenzó un vínculo con un proveedor casado, con quien se encontró en dos ocasiones. En la segunda, en febrero de 2009, se filmaron teniendo sexo en un hotel de Cañuelas. Silvia le mostró el video a Carola, sin saber que esa decisión marcaría su destino.
Según la hipótesis que surgió durante el juicio, Carola pudo haber copiado el video en ese momento. También se ventiló un episodio anterior que habría deteriorado la relación: Carola, que sospechaba de una infidelidad de su marido, le pidió a Silvia que lo pusiera a prueba enviándole mensajes insinuantes. El hombre respondió al instante, proponiéndole un encuentro. Desde entonces, la amistad entre ambas cambió. Algunos jueces interpretaron que la difusión del video fue un acto de venganza, más que una broma cruel.Adentro, Carola hablaba por teléfono en el patio interno. Silvia entró a la cocina y la acusó de querer traicionarla. Según la Justicia, discutieron y forcejearon a los gritos. Fue en ese momento que Silvia tomó una maza de medio kilo para machacar milanesas y le pegó en la cabeza. El golpe fue directo al lado izquierdo del cráneo.
Carola no se desplomó. Se levantó, gritaron, se empujaron. Hubo testigos. Se enfrentaron físicamente hasta que la herramienta se desarmó: una se quedó con el mango, la otra con el hierro. Aunque no era la primera vez que discutían, ese cruce superó todo lo anterior.Silvia fue detenida. También destacaron que los rumores del video influyeron en su estado emocional. Para algunos, el crimen fue una consecuencia del escarnio y los chismes propios de un pueblo pequeño. Para otros, fue una reacción desmedida ante una traición no probada.
Después de recuperar la libertad, Silvia se mudó a Monte Grande con sus padres. Más tarde conoció a Leandro Scacheri, un interno que cumplía condena por robo con arma de fuego. Cuando él fue liberado en 2017, empezaron una vida juntos. Tuvieron un hijo y se instalaron en el sur del conurbano. Ella retomó sus estudios para ser enfermera. Nunca regresó a Las Heras ni volvió a tener contacto con Juan, el hombre con quien iba a casarse. La familia de Carola permaneció en el pueblo. Su viudo sigue viviendo en la misma casa en la que su esposa comenzó a sangrar aquella noche. Su hijo, que tenía 20 años al momento del crimen, se recibió de abogado inspirado por el proceso judicial que lo marcó. Ambos decidieron no apelar la reducción de la condena: entendieron que no tenía sentido seguir alimentando el dolor.
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