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3 de agosto de 2025

A 50 años de uno de los más grandes triunfos de Reutemann en la F1: el día que descubrió los secretos de Nürburgring

Fue un quiebre en la campaña del Lole en la Máxima. Largó décimo y por una gran estrategia ganó por un minuto y medio de diferencia en el circuito más largo y peligroso del mundo y ante 200.000 personas

>Nürburgring tiene una conexión con los argentinos. Se destacan las tres victorias de Era la cuarta temporada de Reutemann en la F1. Un año antes había logrado sus tres primeros triunfos (Sudáfrica, Austria y USA). Desde su debut en 1972 (con pole positions en la Argentina) corrió con Brabham, el equipo que era del inglés Bernie Ecclestone. En 1975 fue el segundo ejercicio con el modelo BT-44 y a esa altura se empleó la versión B. Era uno de los coches más logrados para su época, muy veloz, bueno en las curvas rápidas, y equilibrado. Fue gracias a la depurada técnica de su diseñador, el sudafricano Gordon Murray, uno de los técnicos más importantes en la historia de la categoría. Sin embargo aquel certamen mostró un dominio de Niki Lauda y Ferrari. Si el austriaco ganaba en Alemania, era un virtual campeón, algo que se confirmó dos fechas más tarde, en Italia.

Pero en Nürburgring Lole tuvo otros planes. Fue un triunfo a lo Reutemann, porque lo analizó, armó una estrategia, no le afectó largar décimo y supo esperar el momento justo para poder capturar la punta. Desde su llegada a Alemania entendió qué era necesario para imponerse. En ese momento afirmó que “conocía de memoria este circuito”, aunque en la semana previa quiso descubrir los secretos de este escenario de 22,8 kilómetros.

Llegó el fin de semana y siguió edificando ese triunfo. Probó, como era su costumbre, varios kilómetros con tanques llenos, y eligió muy bien la puesta a punto de su auto, algo típico en el santafesino que se destacó por ser un gran tester. En su época hubo pocos que sabían cómo lograr el mejor rendimiento de un coche. Y más en el Nordschleife que es el trazado largo de Nürburgring, donde las roturas de las gomas y fallas en los motores por la alta exigencia eran moneda corriente.

Las horas corrieron y terminó de armar su plan de carrera. “El auto anduvo bien siempre. Solo que el primer día tuve que solucionar algunos problemas con las relaciones de caja y luego sufrí una pinchadura que en este circuito te retrasa más por lo largo que es. Tuve, además, algún inconveniente con la bomba de inyección. El segundo día, en cambio, mientras los demás preferían salir a bajar los tiempos en la última sesión clasificatoria, yo me dediqué a girar con bastante nafta y probé solo el juego de gomas. Nos tocaron los mismos neumáticos que usamos en Suecia y no quería que me pasara lo mismo que en ese GP donde perdí la carrera en las últimas vueltas. Entonces me dediqué a buscar el punto óptimo del auto y me quedé conforme con ese tiempo de 7m4s y monedas”...

Supo que las gomas serían claves –como siempre-, pero mucho más en el extenso Ring (como se lo conoce a Nürburgring) en pleno verano europeo. Partir décimo fue solo una estadística. A Lole no le asustó cómo Lauda rompió los relojes y que fue el único en bajar los 7 minutos para la vuelta y clavar 6m58s6. Carlos entendió que pronto iba a poder avanzar en el pelotón. Su estrategia fue tener un auto conservador al principio, pero ágil en las vueltas finales. Por eso sus ensayos con tanques llenos y su trabajo en la administración de los neumáticos. No falló.

Lauda largó primero y dominó en el inicio. Detrás se ubicaron el francés Patrick Depailler (Tyrrell), el brasileño José Carlos Pace (Brabham) y el suizo Clay Regazzoni (Ferrari). En tanto que Reutemann ejecutó su plan como lo pensó y superó rivales. Rápido escaló hasta el quinto lugar.

Carlos heredó la punta en la séptima ronda (mitad de carrera) y no lo intimidaron el inglés James Hunt (Hesketh) ni el galés Tom Price (Shadow), que perdieron terreno. Tras una hora y cuarenta minutos, Reutemann cruzó primero la meta y levantó los dos brazos para festejar ante 200.000 personas. Fue en un trazado extenso, es cierto, pero le sacó ¡1m37s! al segundo, el francés Jacques Laffite (Williams), y 2m23s a Lauda, que completó el podio. En 1976, Hunt ganó por 27.7 segundos…

Luego Lole analizó su triunfo y contó las claves de la carrera:

“Por algún pequeño problemita que no descubrimos el auto trabajó toda la carrera con mucha temperatura (casi 110 grados) y entonces el motor no llegó de forma perfecta al pleno régimen. Por encima de las 10.000 vueltas el motor no sonaba como un violín –como debe ser- sino que vibraba un poco, ya no era la perfección… Sin ese inconveniente seguramente hubiera podido andar más cerca de las Ferrari mientras punteaban”.

“Esta carrera en particular no fue muy peleada, pero de todas maneras fue muy dura. Sobre todo, porque en el afán de andar más rápido la gran mayoría salía de las curvas deslizando con dos ruedas sobre la banquina y eso lleno la pista de piedritas que provocaron pinchaduras y problemas con las suspensiones”.

“El triunfo se me dio porque no cometí ningún error. El auto anduvo bien, como siempre, y yo tuve la suerte de hacer todo bien”.

“En Nürburgring se corre una carrera diferente por el tipo de trazado. Ya lo conocía de memoria antes de esta carrera, pero lo que sí aprendí ahora de forma definitiva es una cosa: en Nürburgring no se puede correr exigiendo siempre al auto el todo por el todo. Hay que darle respiros al coche, hay que cuidarlo de manera diferente a como se lo trata en cualquier otro circuito. Ese es el secreto para llegar y por lo tanto ganar”.

Su cerebral victoria fue un verdadero éxito de equipo. Porque si bien Lole acertó con las gomas, tuvo el apoyo del responsable técnico, Murray, quien en 1981 no escatimó en elogios hacia Carlos: “Crecimos juntos en la F1, cuando él empezaba, yo también… Siempre nos entendimos bien. Poníamos a punto el auto muy rápido, probábamos muy bien y obteníamos buena información; él hacía todos los tests. Hay pilotos que andan muy rápido y piensan en la carrera recién cuando ésta terminó… En cambio, la característica de pilotos como Reutemann es que manejan de forma inteligente todo el tiempo”.

De los Grandes Premios más tradicionales, Reutemann ganó tres: Alemania (1975), Gran Bretaña (1978) y Mónaco (1980). Le faltó el de Italia para completar el “Grand Slam” de la F1. “Nürburgring es el circuito más difícil. La de Gran Bretaña fue mi mejor carrera por la definición, ya que le gané a Lauda. Esa carrera en Brands Hatch fue el triunfo que siempre soñé. Y ganar en Mónaco siempre es especial”, fue uno de los análisis que había realizado sobre sus triunfos en estos escenarios.

Para llegar a lo más alto esa victoria en el Ring fue un punto de inflexión. Lole empezó a ser visto con otros ojos y quienes tuvieron intenciones de contratarlo, ratificaron su postura. Por ejemplo, en la noche previa a la carrera, Luca Cordero di Montezemolo, director deportivo de Ferrari, organizó una cena para los periodistas. Si bien el italiano aseguró que estaban conformes con sus dos pilotos, comenzó a circular un rumor sobre un posible interés hacia Reutemann y hasta un tanteo verbal con el santafesino. En 1976, tras el accidente de Lauda en Nürburgring (última vez que la F1 corrió en el circuito largo), lo llamaron a Lole para que reemplazara al austriaco, más allá de que éste volvió en Monza. Luego fueron compañeros en 1977.

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