28 de septiembre de 2025
La historia del hombre que robó la primera bandera olímpica y la devolvió 80 años después

El atleta, Harry Prieste, aceptó el desafío de un compañero y protagonizó un episodio legendario al apropiarse de la bandera en la clausura de los Juegos Olímpicos de 1920
Detrás de este insólito episodio se encontraba Duke Kahanamoku, legendario nadador y waterpolista estadounidense, cinco veces medallista olímpico y considerado el inventor del surf moderno. Kahanamoku desafió a su compatriota, el clavadista Harry Prieste, a robar la bandera después de la clausura. Prieste, que había ganado la medalla de bronce en salto de trampolín, aceptó el reto.
Durante 80 años, la bandera olímpica original permaneció oculta en la maleta de Prieste. Solo algunos amigos cercanos pudieron verla, pues el atleta disfrutaba mostrando su botín en reuniones privadas. La verdad salió a la luz en 1997, en un banquete del Comité Olímpico de Estados Unidos, donde un periodista preguntó si estaba al tanto de que el Comité Olímpico Internacional nunca había recuperado la bandera. La respuesta fue tan simple como asombrosa: “Yo puedo ayudarte con eso… Está en mi casa”, confesó.
La noticia causó conmoción en el mundo olímpico. En Sídney 2000, con 103 años y ante la atenta mirada de la comunidad internacional, Prieste entregó la bandera, algo descolorida y desgarrada, a Juan Antonio Samaranch en la Sesión 111 del COI.Priestre murió el 19 de abril de 2001 en la ciudad de Camden, Nueva Jersey. Tenía 104 años.
La biografía de Prieste es tan cinematográfica como la travesura que lo hizo famoso. De origen armenio, se alistó en la Marina de Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial y allí descubrió sus habilidades acuáticas. Fue desafiado, en tono de broma, a presentarse a los Juegos Olímpicos, superando las expectativas al regresar de Amberes con una medalla de bronce. Tras retirarse del deporte, forjó una carrera en el cine mudo, apareciendo en 25 películas junto a leyendas como Charles Chaplin.Historias como la de Harry Prieste y la primera bandera olímpica revelan el carácter humano detrás de los grandes símbolos. Los Juegos Olímpicos han sido escenario de hitos deportivos, pero también de pequeñas gestas personales cuya repercusión crece con el tiempo. La anécdota del robo y la posterior devolución de la bandera, lejos de restar solemnidad, añade una dimensión entrañable a la rica tradición olímpica.
La bandera, ahora exhibida para el mundo, es más que un trozo de tela; representa la capacidad humana de trascender el tiempo y celebrar la grandeza, incluso a través de una travesura inolvidable.COMPARTIR:
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