27 de noviembre de 2025
Descubren que hubo dinosaurios en la región de la Amazonía: un hallazgo que reescribe la prehistoria sudamericana

Son más de diez huellas fosilizadas en la cuenca del Tacutu, hecho que modifica la comprensión paleontológica de una región que siempre pareció borrar su propio pasado
El descubrimiento generó una respuesta rápida entre especialistas que buscaban comprender cómo este rincón amazónico resistió la erosión, los cambios de nivel del agua y la intensa dinámica geológica.
Según Barros, “el Tacutu habría sido un valle con varios canales fluviales que corrían juntos. Era un lugar con abundante agua y vegetación”. En ese ambiente, las huellas dejaron impresiones profundas y estables que permanecieron ocultas durante millones de años.
La preservación también dependió de un detalle ecológico que parecía menor, pero que desempeñó un papel esencial: una franja de vegetación de sabana que aún existe en la cuenca. Esa área más abierta permitió que ciertos afloramientos rocosos quedaran expuestos sin que la selva los cubriera por completo. Gracias a esa ventana geológica, los investigadores encontraron no solo huellas, sino también fósiles de plantas, restos de invertebrados, troncos petrificados e impresiones de hojas.La historia del descubrimiento no fue lineal. En realidad, empezó en 2014, cuando un grupo de estudiantes de geología de la UFRR participó en una salida de campo dirigida por el profesor Vladimir Souza.
El proyecto quedó archivado durante años, mientras las rocas esperaban a que una nueva generación retomara el desafío. Recién en 2021, Lucas Barros decidió revisar el material. Lo hizo con apoyo del paleontólogo Felipe Pinheiro, de la Universidad Federal de Pampa (Unipampa). Ambos desarrollaron una línea de estudio que combinó trabajo de campo, análisis detallado y técnicas modernas.
La fotogrametría permitió crear modelos 3D de gran precisión, lo que ofreció una lectura completamente nueva del registro fósil. Con estas herramientas, Barros amplió la búsqueda y descubrió nuevos afloramientos que no estaban identificados en 2014.La revisión del sitio transformó lo que parecía un conjunto aislado en un yacimiento vasto y prometedor. Barros estima que la cuenca del Tacutu podría contener cientos de huellas aún sin analizar. Durante su investigación, detectó nuevas áreas en el Territorio Indígena Jabuti y encontró cuatro zonas con un potencial científico enorme. Los rastros no solo aumentaron en número, sino también en variedad. Las distintas profundidades, tamaños y orientaciones de las huellas sugieren dinámicas ecológicas que todavía no se comprenden por completo.La lectura del paisaje geológico actual también ofrece pistas para futuras exploraciones. La región muestra una alternancia de áreas boscosas y zonas abiertas que permiten identificar afloramientos rocosos sin la interferencia inmediata de la vegetación tropical.
La investigación también enfrenta obstáculos sociales. Muchos de los sitios más prometedores se encuentran en propiedades privadas. Algunos ganaderos temen que la presencia de investigadores derive en disputas territoriales, demarcaciones de tierras o expropiaciones.
Esos temores dificultan el acceso científico a zonas clave y frenan el análisis detallado de los registros. A pesar de esas dificultades, Barros y su equipo avanzan en acuerdos para continuar las exploraciones de manera responsable y transparente.La región, que siempre pareció borrar su propio pasado, mostró que conserva historias más profundas de lo que se imaginaba. Bajo la selva, late un registro prehistórico que recién empieza a revelarse.
COMPARTIR:
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!

