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23 de noviembre de 2024

Los múltiples focos de conflictos que enfrenta Cristina Kirchner para reorganizar al peronismo a nivel nacional

La nueva presidenta del PJ tiene un mapa de disputas provinciales que complotan contra su voluntad de enderezar la coalición opositora y estructurar un nuevo proyecto político

>Cristina Kirchner tiene una misión que ella misma se propuso realizar. Quiere, desde su nuevo lugar al frente de Partido Justicialista (PJ), ordenar el peronismo a nivel nacional, estructurar un nuevo proyecto político y electoral, y discutir una serie de cambios en la agenda de la coalición opositora. Reforma laboral, rol de los sindicatos, representación de los que están zambullidos en la economía informal.

Como jefa del PJ, la ex presidenta tiene por delante la obligación de intentar influir en el ordenamiento del partido en distintas provincias. Entre los conflictos latentes, el más peligroso y dañino es el de la provincia de Buenos Aires, que cada semana suma un capítulo nuevo en el enfrentamiento entre Axel Kicillof, su armado político y La Cámpora.

“Ferraresi rompe el bloque en el nombre de Axel y él no hace nada. Es el Gobernador. A esta altura, pensar que Ferraresi actúa solo, sin que Kicillof sepa, es un absurdo”, sostienen cerca de Mendoza, que es la dirigente del camporismo más crítica y dura respecto al accionar del mandatario bonaerense. Y es, además, la que más lo explicita.

La interna bonaerense no es la única interna vigente en el peronismo, pero es la más importante. Porque si Cristina Kirchner tiene en su cabeza ser candidata a diputada el año que viene, es primordial que haya un ordenamiento de la estructura política y que se salden las diferencias que se agigantaron en los últimos once meses. Un peronismo bonaerense en guerra es una derrota asegurada. O, visto desde otra pespectiva, un triunfo anticipado de Javier Milei.

Quizás uno de los problemas resida en que parte de la interna está apoyada sobre el rol de la ex jefa de Estado. En La Cámpora se convirtió en una bandera la proclama de que Kicillof quiere jubilar a CFK. Parece difícil volver de esa acusación en tan corto plazo. Y, al mismo tiempo, es imprescindible para el peronismo evitar una fragmentación mayor de cara al año que viene, justo en la misma ventana de tiempo en la que el Gobierno podría cerrar la fusión de La Libertad Avanza y el PRO, lo cual generaría un bloque oficialista más poderoso que el actual

En el cristinismo y el camporismo consideran que Kicillof es parte de un proyecto político y que eso implica que su autonomía respecto a la figura de CFK, es limitada. “No es casualidad que vivía en Agronomía y pasó a ser gobernador. Alguien lo eligió”, expresó un dirigente camporista de estrecha relación con Máximo Kirchner.

No es un pensamiento uniforme. Porque hay quienes creen que es lógico que Kicillof intente fortalecer su liderazgo, pero le piden que lo plantee de frente, sin tantos rodeos. Para la ex presidenta es primordial bajar la confrontación en Buenos Aires. Es el distrito electoral más importante del país y por el que ella, eventualmente, competiría.

El PJ está intervenido. El intendente de Merlo, Gustavo “Tano” Menéndez, y el ex ministro de Seguridad Aníbal Fernández son los responsables de llevar adelante un proceso de normalización. El camporismo promociona una lista de unidad con Chaher a la cabeza, mientras Moises, que tiene en sus planes ser candidata a gobernadora en el 2027, está dispuesta a competir si hace falta, pero no quiere se le escape la conducción de las manos.

Esta disputa tiene origen en las PASO del 2023, cuando Moisés enfrentó la orden del Instituto Patria, compiti en la interna y le ganó a Chaher la banca a senadora nacional. Después logra ganarle a la lista del ex gobernador radical Gerardo Morales y se fortalece como una líder opositora en la provincia. Moisés quiere resistir lo que entiende que es una “camporización del peronismo”.

En Santa Fe también hay una fragmentación marcada pero mucho menos conflictiva. Agustín Rossi aparece en el mapa como uno de los ordenadores del espacio a nivel provincial. El “Chivo” quiere ser nuevamente candidato a diputado nacional, Marcelo Lewandowski camina con autonomía de los K, Florencia Carigano conduce a los camporistas de la provincia, Omar Perotti conserva algo de poder en un puño y Diego Giuliano se endurece ante Pullaro como el líder del Frente Renovador. Si bien no hay una guerra declarada como ocurre en Buenos Aires, las divisiones existen y la falta de orden, también.

Otro de los focos de conflicto que enfrenta CFK está en el norte grande, donde hay tres gobernadores del PJ y uno de una fuerza provincial, donde hay una importante ascendencia peronista, como ocurre en Salta, que no le responden. Ricardo Quintela (La Rioja), Raúl Jalil (Catamarca) y Osvaldo Jaldo (Tucumán), son tres gobernadores que no acatan las órdenes de la ex presidenta. El único con el que hay empatía y diálogo es con el formoseño Gildo Insfrán.

Más que claro ha quedado esa distancia a lo largo de estos meses, en los que el riojano le disputó, hasta último momento, la presidencia del PJ Nacional, y en los que el catamarqueño y el tucumano jugaron en tándem con el Gobierno para blindar el veto a la ley de financiamiento universitario, lo que le valió un fuerte repudió por parte de CFK.

Los tres gobernadores tiene una importante influencia en el peronismo del norte grande, que se ha ido alejando del kirchnerismo a lo largo del tiempo. La excepción es Santiago del Estero, donde la ex jefa de Estado sigue teniendo un importante acompañamiento y en donde gobierna Gerardo Zamora, radical de origen, peronista por adopción y equilibrista por olfato.

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