13 de septiembre de 2024
“Estuve secuestrada en Gaza 51 días, mi esposo sigue como rehén hace 11 meses y todavía no sabe que nuestro hijo sobrevivió”
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Aviva Siegel detalló para Infobae el calvario que vivió 51 días en cautiverio a manos de Hamas, los brutales tratos que recibió de sus captores, los abusos que sufrieron otras rehenes y cómo fue la desgarradora despedida de su esposo antes de la liberación
A ella y a su esposo 15 terroristas los sacaron en pijamas de la forma más violenta que existe. “No sabíamos qué pasaba, veíamos proyectiles que caían en todos lados, escuchamos tiroteos y que había gente asesinada”.
Aviva fue liberada luego de 51 días de cautiverio en el único acuerdo entre Habla pausado y despacito, pero muy claro. “Yo estuve ahí, yo sé lo que siguen pasando los secuestrados”.
Keith llegó brutalmente golpeado a la Franja. “Lo tiraron al piso, le rompieron las costillas y lo hirieron en un brazo”, relata Aviva. En el túnel se encontraron con un joven, un vecino de su comunidad. “Tenía todas las piernas ensangrentadas llenas de vidrios”. También vieron a una mujer con sus tres hijos, una familia de Kfar Aza. “Era la mujer y tres niños, uno de 9, otro de 11 y una adolescente de 17. La mujer me dijo que habían matado a su hija mayor. Yo intenté consolarla, le decía que quizás una ambulancia había llegado y la había salvado, pero ella me dijo que no, que había visto cómo le habían disparado en la cabeza”. Al padre de esa familia también lo habían matado. “Los tres niños vieron absolutamente todo”.
“Después de unos días vino un terrorista y nos hizo subir 40 metros. Tuve la fortuna de tener la fuerza para subir. Cuando salimos, recuperamos el aire y pensamos que estábamos teniendo suerte, pero no… Nos llevaron a una casa donde encontramos a terroristas de lo más crueles que hay, de los peores que hay”. Aviva cuenta que los obligaban a estar acostados desde las 5 de la mañana hasta las 10 sin poder moverse en absoluto. No les daban de comer nada. “Ellos comían enfrente nuestro a propósito”.
En ese lugar había más rehenes mujeres, jovencitas, según su relato. Con el tiempo empezaron a recibir media pieza de pan pita viejo que ella racionaba porque no sabía si volverían a darle algo de comer.En esa casa donde la tenían secuestrada vio abusos atroces. “Un día, una de las chicas fue al baño y cuando volvió le vi en la cara que algo le había pasado. Me levanté a abrazarla aunque estaba prohibido y el terrorista se enojó muchísimo, se puso muy nervioso. Pasamos horas en silencio porque sabíamos que algo había ocurrido y más tarde nos contó que el terrorista la había tocado en el baño. Yo quería gritarle al terrorista pero no pude hacer nada”.
“En 51 días nos bañamos cuatro veces. Y cuando las chicas se bañaban, les dejaban la puerta abierta y las veían bañándose. A las mujeres jóvenes las vestían con ropa ajustadísima para mirarlas.. Esas niñas siguen allí”, dice con horror en la mirada.Los abusos no eran solo contra las mujeres. “A mi esposo se lo llevaron a bañar y lo afeitaron todo para que pareciera árabe. Pero también le afeitaron las axilas y ahí abajo (se señala los genitales). Cuando volvió quería llorar, estaba completamente avergonzado, humillado. Ellos estaban ahí parados burlándose de él”.Aviva detalla cómo los deshumanizaron, les quitaron todo. “Yo allí no podía defender a nadie, no tenía la capacidad de ponerme a defender a ninguna de las personas que estaban allí. Lo único que podíamos hacer era intercambiar miradas”.
Un día en noviembre pasado, hace casi 10 meses, le avisaron que se preparara, que volvía a Israel. Intentó negarse. “Yo me voy con mi esposo”, dijo, pero no la dejaron. Los habían recién trasladado y a Keith se lo habían llevado a otra hbaitación con los ojos tapados, pero ella necesitaba hablar con él, abrazarlo. Cuando se encontraron, Keith estaba tirado en una colchoneta finita, toda sucia. Aviva se agachó y le dijo: “Sé fuerte por mí”. Esa fue la última vez que lo vio. Esa fue su última conversación.
Aviva volvió físicamente pero siente que sigue en Gaza. “No puedo dejar de pensar en la Franja, pienso todo el tiempo en mi esposo, en las chicas que siguen allí”. Y agrega: “Soy como una persona muerta, triste. Pero tengo hijos, nietos y voy a ser fuerte, no voy a dar el brazo a torcer”.COMPARTIR:
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