24 de diciembre de 2024
La experiencia de un argentino en el único país de Sudamérica que no festeja la Navidad: “Es una juntada entre amigos”

Gustavo Cisnero tiene 31 años y nació en Yerba Buena, Tucumán. Emigró en 2021 al país de la región que celebra cada 25 de diciembre el “día de la familia” y cuenta cómo le transmite a su hijo de un año y medio el espíritu navideño argentino, a pesar de las costumbres diferentes
“No hay tanta parafernalia, ni tanto despliegue. Se arma el arbolito, sí, pero en muchas casas es apenas un gesto decorativo”, describió Gustavo sobre la atmósfera más laica y discreta que se vive allá. “Acá no todos le dan misma importancia que nosotros. En Argentina, hasta en la casa más humilde hay un arbolito con luces. En Uruguay, muchos amigos no arman nada. Eso me sorprendió”, comparó Gustavo.
En nuestro país, la Navidad es un espectáculo que empieza palpitarse desde el 8 diciembre, cuando las casas, las calles, los edificios públicos y los shoppings se visten de verde, rojo y dorado y el espíritu festivo se apodera de cada rincón. El 24 de diciembre es sagrado: las familias enteras se juntan a esperar las doce, cuando Papá Noel llega con los regalos y la noche estalla de fuegos artificiales.A pesar de la distancia de su provincia y de las diferencias culturales, Gustavo y su familia no renuncian a la esencia argentina. Esta Noche Buena, el departamento de su padre en Punta del Este se convertirá en un pequeño rincón tucumano: el arbolito brillará en un recoveco, el aroma de las comidas tradicionales invadirá el ambiente y las risas de los hermanos, que ya confirmaron su presencia, harán que, por unas horas, el mar uruguayo se sienta tan cercano como los cerros de Tucumán.
A pesar de que el hijo de Gustavo es uruguayo, trata de transmitirle la misma magia navideña que él vivió de chico en Yerba Buena: “Preparamos el árbol y esperamos que Papá Noel traiga los regalos para abrirlos a la medianoche. Queremos que viva la misma ilusión. Aunque estemos en otro país, la costumbre no se pierde”.El tucumano recordó que otra diferencia está en la dinámica de la cena. En Argentina, la previa navideña es un rito que arranca temprano: preparar el asado, el vitel toné y la ensalada rusa, mientras la mesa larga se llena de risas, chicos corriendo y vasos que chocan. La espera hasta la medianoche es parte de la fiesta misma. “En Uruguay, en cambio, la cena suele ser más simple y directa. Acá la gente se junta, pero más entre amigos o en familia chica. Comen algo rico, brindan y listo. A las doce, no siempre hay fuegos artificiales ni regalos elaborados. Es más tranquilo, menos espectáculo”, describió.“Uno se adapta. Acá no hay tanto bullicio, pero la Navidad sigue siendo Navidad. Nosotros llevamos nuestras costumbres adonde vayamos, y eso es lo importante”, enfatizó.
Mientras su negocio de empanadas sigue creciendo y la familia echa raíces en suelo uruguayo, Gustavo no olvida sus orígenes. Cada empanada, perfectamente caliente y dorada, lleva un pedacito de su Tucumán querido. Y aunque la vida en Uruguay tenga otro ritmo, más tranquilo, menos ruidoso, él aprendió a combinar lo mejor de ambos mundos: la pasión argentina por la comida y el espíritu uruguayo de tranquilidad y disfrute.
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